Has pasado meses imaginando conocer a tu bebé y ahora la espera ha terminado: por fin lo tienes en tus brazos, y estas primeras semanas de lactancia materna son un momento especial de vinculación con tu bebé que debes aprovechar, además de ser la oportunidad perfecta para que se conozcan y se den la bienvenida el uno al otro.
La lactancia y el contacto con el bebé
Cuando nace un hijo que ha pasado 9 meses en el vientre de una mujer, nace instantáneamente un sentimiento de amor casi abrumador y un fuerte deseo de protegerlo. Si bien el amor profundo y maternal es instantáneo, lo cierto es que al igual que cualquier otra relación hay que tomarse el tiempo para desarrollar y fortalecer ese vínculo a través del cuidado.
Para ambos padres, lo importante es acostumbrarse a cuidar de esta nueva llegada a sus vidas: estar cerca del bebé, cuidarlo, abrazarlo y sostenerlo cuando lo necesite. Esto aumenta la confianza como madre o padre y también le da al bebé un excelente comienzo en la vida, tanto emocional, físico como mental.
Entre los distintos momentos de cuidado que ayudan a fortalecer el vínculo entre la mamá y el bebé encontramos uno de los más puros e importantes por la cantidad de beneficios físicos y emocionales que tiene para ambos: la lactancia. Veamos algunos puntos de vinculación fundamentales de este proceso.
El contacto piel con piel con el bebé
Probablemente hayas escuchado sobre la importancia del contacto piel con piel, donde sostienes a tu bebé cubierto de pañales contra tu pecho desnudo: lo cierto es que la práctica del contacto piel a piel de manera temprana, idealmente dentro de una hora después del nacimiento, ayuda a liberar los desencadenantes hormonales que alientan al recién nacido a encontrar el pecho de la mamá.
Un estudio encontró que los recién nacidos que pasaron más de 50 minutos en una posición de piel con piel tenían ocho veces más probabilidades de lograr amamantar espontáneamente: si bien resulta sumamente útil para generar ese primer prendimiento del niño al pecho de su madre, este tipo de contacto también es maravilloso para cualquier momento en que el bebé necesite calmarse o ser reconfortado.
Entre los demás beneficios que la práctica del contacto piel con piel tiene para el bebé encontramos algunos como como regular los latidos y la respiración, mantener su cuerpo a la temperatura perfecta y ayudarlo a mantener niveles saludables de azúcar en la sangre.
Oxitocina: un elemento vital para la mamá y el bebé
Adaptarse a la maternidad puede ser todo un proceso, pero ¿sabías que la práctica de piel con piel y el amamantamiento en general son sumamente relajantes tanto para ti como para tu bebé?
Durante ese contacto durante el amamantamiento se libera un poderoso cóctel de hormonas calmantes, incluida la oxitocina, a la que muchas veces se la denomina como la «hormona del amor» por lo que produce en el cuerpo. Al ser liberada cada vez que estás cerca de tu recién nacido, e incluso cuando simplemente lo hueles o piensas en él, esta inteligente hormona te ayuda a adaptarte a la maternidad de varias maneras gracias a que estimula comportamientos básicos de amor y vinculación como las caricias, el contacto visual, entre otros.
La oxitocina también tiene propiedades ansiolíticas y antidepresivas, por lo que ayuda a prevenir la depresión postparto en las mujeres luego de haber dado a luz.
Durante la lactancia también se liberará beta-endorfina, una hormona que alienta a responder a las necesidades del bebé, por lo que no resulta sorprendente que la necesidad que siente una mamá de calmar al pequeño cuando llora sea abrumadora; este es un instinto maternal normal e instigada por esta hormona tan importante.
Hacer contacto visual con tu bebé
El bebé recién nacido solo puede ver en escalas de blancos, negros y grises durante los primeros tres meses de vida y solo puede enfocarse en cosas a menos de 25 cm de distancia. Hacer contacto con el bebé durante el amamantamiento es uno de los momentos más bonitos y satisfactorios que puede experimentar tanto una mamá como su pequeño, y teniendo en cuenta que durante los primeros días el niño necesitará alimentarse una gran cantidad de veces al día, este momento especial se repetirá sin parar.
La calma de la voz de mamá
La audición de un bebé a término está bien desarrollada, por lo que pueden oír perfectamente. Entre los sonidos preferidos de un bebé recién nacido se encuentra, por supuesto, la voz de su mamá: incluso se ha demostrado que los recién nacidos prefieren la voz de su madre a cualquier otro sonido.
Hablar suavemente con tu recién nacido ayuda a desarrollar una relación bidireccional, que es importante para sus futuras habilidades sociales. Con tu pequeño puedes hablar de cualquier cosa, desde contarle quienes son las personas que han venido de visita hasta como se ve la vista desde tu ventana; realmente no importa de qué le hables, ¡los recién nacidos son una audiencia cautiva! Y aman la voz de mamá.
El poder del tacto
El tacto es increíblemente importante para tu bebé: abrazarlo, acariciarlo y mecerlo son formas maravillosas de calmar al pequeño y hacerlo sentir seguro, además de que permite que fluya la oxitocina por lo que también ofrece bienestar y sensaciones de plenitud a la mamá.
Atraído por tu aroma
El sentido del olfato de un recién nacido también está altamente desarrollado y desempeña un papel vital en el vínculo. Al nacer el pequeño ya tendrá la capacidad de reconocer el olor del cuerpo de su mamá, e incluso son capaces de notar la diferencia entre el aroma de la leche materna y el de otra madre o de la leche de formula. Acurrucarte con tu bebé y sentirse el aroma mutuamente genera un aumento de oxitocina, y definitivamente es una gran manera de vincularse y sentir el amor profundo que tenemos por nuestro hijo.