Si padeces de ansiedad y preocupación crónicas, lo más probable es que mires el mundo de manera que parezca más amenazante de lo que realmente es. Por ejemplo, puedes sobrestimar la posibilidad de que las cosas salgan mal, saltar inmediatamente a los peores escenarios o tratar cada pensamiento ansioso como si fuera un hecho. También puedes desacreditar tu propia capacidad para manejar los problemas de la vida, suponiendo que vas a desmoronarte a la primera señal de problemas.
Tratamiento ansiedad valencia: pensamientos a combatir
Una de las cuestiones más frecuentes que solemos hablar en el marco de un Tratamiento ansiedad valencia tiene que ver con las distorsiones cognitivas que tenemos de nuestros propios pensamientos. Estos tipos de pensamientos, conocidos como distorsiones cognitivas, incluyen:
- Todo o nada, mirando las cosas en categorías de blanco y negro, sin término medio. «Si todo no es perfecto, soy un fracaso total».
- Sobre generalización de una sola experiencia negativa, esperando que sea verdad para siempre. “No me contrataron para el trabajo. Nunca conseguiré ningún trabajo.”
- Centrándote en lo negativo mientras se filtran los positivos. Notar la única cosa que salió mal, en lugar de todas las cosas que salieron bien. “Me equivoqué en la última pregunta sobre el examen. Soy un idiota.»
- Proponiendo en tu cabeza razones por las cuales los eventos positivos no cuentan. «Me fue bien en la presentación, pero fue solo suerte».
- Hacer interpretaciones negativas sin evidencia real. Actúamos como un lector mental: «Puedo decir que ella me odia en secreto». O actuando como un adivino: «Solo sé que algo terrible va a suceder».
- Mantenerte a ti mismo en una lista estricta de lo que debes y no debes hacer y castigarte si infringes alguna de las reglas. “Nunca debería haber intentado comenzar una conversación con ella. Soy un imbécil.”
- Asumir la responsabilidad de cosas que están fuera de tu control. “Es mi culpa que mi hijo haya tenido un accidente. Debería haberle advertido que condujera con cuidado bajo la lluvia.”
Cómo desafiar estos pensamientos
Uno de los métodos que solemos utilizar en el tratamiento ansiedad valencia es el de desafiar este tipo de pensamientos para tratar de bajarlos a la realidad. ¿Cómo los desafiamos? A través de preguntas que nos hagan racionalizar lo que pensamos.
- ¿Cuál es la evidencia de que ese pensamiento es verdadero?
- ¿Existe una forma más positiva y realista de ver la situación?
- ¿Cuál es la probabilidad de que ocurra lo que me da miedo? Si la probabilidad es baja, ¿cuáles son algunos resultados más probables?
- ¿Es útil el pensamiento? ¿Cómo me ayudará preocuparme por eso y cómo me hará daño?
- ¿Qué le diría a un amigo que tenía esta preocupación?
Cómo distinguir entre preocupaciones solucionables y no solucionables
La investigación muestra que mientras te preocupas, temporalmente te sientes menos ansioso: repasar el problema en tu cabeza te distrae de tus emociones y te hace sentir que estás logrando algo. Pero preocuparse y resolver problemas son dos cosas muy diferentes.
La resolución de problemas implica evaluar una situación, proponer pasos concretos para enfrentarla y luego poner el plan en acción. La preocupación, por otro lado, rara vez conduce a soluciones. No importa cuánto tiempo pases pensando en los peores escenarios, ya no estás preparado para lidiar con ellos en caso de que sucedan.
¿Estás ante una preocupación solucionable?
Las preocupaciones productivas y solucionables son aquellas en las que puedes actuar de inmediato: por ejemplo, si te preocupan tus facturas, puedes llamar a tus acreedores para conocer las opciones de pago flexibles. Las preocupaciones improductivas e irresolubles son aquellas para las cuales no existe una acción correspondiente. «¿Qué pasa si tengo cáncer algún día?» o «¿Qué pasa si mi hijo tiene un accidente?». Son cuestiones hipotéticas que no nos permiten actuar de ninguna manera y lo único que hacen es acorralarnos entre la ansiedad y los nervios innecesarios por un futuro incierto.
Si la preocupación es solucionable, lo mejor es que te des un momento para tener una lluvia de ideas: haz una lista de todas las posibles soluciones que se te ocurran pero trata de no obsesionarte demasiado con encontrar la solución perfecta. Concéntrate en las cosas que tienes el poder de cambiar, en lugar de las circunstancias o realidades más allá de tu control. Después de evaluar tus opciones, haz un plan de acción. Una vez que tengas un plan y comiences a hacer algo sobre el problema, te sentirás mucho menos ansioso.
Si la preocupación no tiene solución, acepta la incertidumbre. Si eres una persona que sufre de ansiedad crónica, la gran mayoría de tus pensamientos ansiosos probablemente caigan en este campamento. La preocupación es a menudo una forma en que intentamos predecir lo que nos depara el futuro, una forma de evitar sorpresas desagradables y controlar el resultado. El problema es que no funciona: pensar en todas las cosas que podrían salir mal no hace que la vida sea más predecible, centrarse en los peores escenarios solo evitará que disfrutes de las cosas buenas que tienes en el presente. Para dejar de preocuparte, debes abordar tu necesidad de seguridad y respuestas inmediatas.